El Lloro de la vid no se produce en pleno invierno, cuando ésta tiene la mayor parte de sus funciones pausadas. En el invierno la vid no tiene hojas ni otras partes verdes pero tampoco flores ni frutos. La vid se encuentra en parada invernal. En este período es cuando vamos a realizar la poda invernal.
La poda en el viñedo se realiza por dos motivos fundamentales. El primero, el de conseguir equilibrar la producción de uva. El segundo, adaptar y preparar la planta para su cultivo, es decir, formarla para que se pueda hacer una adecuada gestión de la canopia, ya que si no alcanzaría unas dimensiones que no permitirían realizar correctamente las labores para su productividad. Así, como consecuencia, cuando podamos limitamos en cierta medida el desarrollo de la planta y contribuimos a controlar la cantidad y por consiguiente la calidad de la uva.
El Lloro marca el inicio de una nueva cosecha
Ya es primavera. La temperatura media supera los 9-10ºC, y el suelo comienza a calentarse. Es entonces cuando unas hormonas contenidas en las raíces empiezan a activar el metabolismo de la planta. La vid cobra vida de nuevo y ese es el pistoletazo de salida de la nueva cosecha.
La Savia comienza a fluir desde las raíces hasta las partes aéreas de la planta. Recordamos que la poda es aún “reciente” en la vid y con ella le hemos hecho heridas y cortes a la planta. De esos cortes y heridas brotan unas gotas transparentes a las que llamamos lágrimas y este fenómeno natural es conocido como el lloro de la vid.
El lloro no es uniforme en todas la plantas. Éste es variable en función de ciertos factores como: La época en la que realizamos la poda, el tamaño de los cortes y por supuesto lo vigorosa que sea la vid.
El lloro termina cuando los cortes y heridas se taponan con una especie de sustancia gomosa producida por unas bacterias que habitan en ellos junto con las sales disueltas en el lloro.
Si quieres saber más sobre el Ciclo Vegetativo de la Vid, haz click en este enlace y lee nuestro post sobre el tema.