El Sumiller, General

¿Por qué las barricas y por qué de roble?

El Roble, ese gran aliado del vino.


Sabemos que las barricas de roble son en la actualidad pieza indispensable en la crianza de la mayoría del vino en todo el mundo. Seguro que alguna ver os habéis preguntado por qué las barricas son de roble y no de cualquier otro tipo de madera.

 
Pues vamos a intentar arrojar un poco de luz a esta pregunta citando algunas circunstancias que han acontecido a lo largo de los siglos y que como consecuencia han derivado en que los primigenios envases que se utilizaban en la antigüedad hayan evolucionado hasta la barrica de roble que conocemos a día de hoy y sin la que sin duda los vinos a día de hoy no serían lo mismo.
 
Al primer pueblo que nos remite nuestra búsqueda es a los fenicios, éstos, comercializaban vino allá por el año 1000 aC. y lo hacían transportándolo en ánforas de barro, este envase tenía un tremendo inconveniente que era su fragilidad, por tanto era necesario encontrar un nuevo envase que permitiese manejar mayores cantidades de vino y principalmente de un modo más seguro y en esa búsqueda aparecieron los pellejos de animales que eran más resistentes y albergaban mayor cantidad.

 
 
La civilización celta, 500 años aC. estaba establecida al norte y centro de Europa, por tanto con un clima bastante frío y húmedo. Para hacer frente a estas condiciones climatológicas el pueblo celta hizo uso de los materiales nobles que disponían en mayor cantidad y el principal era la madera de sus frondosos bosques así que se fueron haciendo expertos en su uso. Comenzaron fabricando una especie de recipientes rudimentarios con tapadera ahuecando troncos, colocando dentro las bebidas dentro de ellos para su mejor traslado. Con el tiempo decidieron cortar los troncos en duelas y descubrieron que calentándolas podían darle forma circular de una forma más sencilla y unirlas por medio de aros de madera, sin utilizar clavos, pues eran conocedores de la acción contraer y dilatar que ejerce el líquido sobre la madera. Los romanos aprendieron a fabricarlas cuando invadieron La Galia y las comenzaron a usar en detrimento de sus ánforas como medio de transporte principalmente, pero también como medio de conservación, pues observaron que la madera era más aislante que el barro y los líquidos no sufrían cambios de temperaturas tan bruscos al ser transportados a zonas con climatología adversa.
Tuvieron que pasar muchos siglos para que los bodegueros franceses  entre los siglos XVII y XVIII apreciasen que al transportar los vinos en el interior de las barricas, éstos además de llegar en buen estado de conservación, lo hacían con mejores cualidades organolépticas, además de clarificarse, puesto que debido a la forma redondeada de la barrica las partículas que el vino contiene en suspensión precipitan y se depositaban en el fondo dando lugar a un vino mucho más limpio. Desde entonces comenzó a utilizarse la barrica como algo más que un recipiente, pasando a formar parte de un elemento indispensable para la crianza del vino.
 

 

 
Así, hoy en día el roble es indispensable en la crianza y las archiconocidas son las de origen francés y las americanas, cada una aporta al vino unas cualidades organolépticas distintas que los aficionados al vino pueden apreciar y que hacen que en ocasiones sea un factor determinante a la hora de elegir un vino.

En la fabricación de barricas se ha experimentado a lo largo de la historia con varios tipos de madera como la de pino, castaño, abeto, cerezo, fresno, haya, etc. Sin embargo, la madera de roble posee unas particularidades de cesión adecuada de componentes tánicos y aromas característicos junto al aporte exacto de oxígeno que han hecho que sea la idónea para la crianza de nuestros caldos, no obstante, el mundo del vino se encuentra en una constante evolución así que no descartaremos un vino envejecido en barricas de…
 

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